20.12.10
17.12.10
3.12.10
Flâneur
Hace un tiempo me dijeron que la mejor manera de conocer un lugar por lo que realmente es, es perdiendose. Los mapas nos conducen a los puntos de interes comun y uno cree que conociendo eso ya puede descubrir el caracter de la ciudad. Justamente eso es de lo que carecen esos puntos de interes.......
El viajero contemplador y reflexivo que disfruta a su manera del paisaje, el sujeto que erra lentamente por las calles, que se entrega ociosa, imaginativamente, sin un plan prefijado, a lo que le ofrece el destino, es el que , a mi modo de ver las cosas, va a descubrir ese caracter. Tengo para mí lo que es una buena forma de viajar: lanzarse azarosamente a la promesa de ese destino sin las tiranías de los horarios, los mapas, las rutinas, pero siempre con la consigna de dejarse llevar por lo que los sueños le han dicho a ese viajero.
Existe otra forma de viajar que tiene lo suyo y no es despreciable: son los turistas que aborrecen la imprevisión, la falta de un orden, el viaje caótico; algunos de ellos se convierten en esos aficionados a los mapas cuya alegría consiste en dedicar más atención a marcar las guis de viajes con 10.000 colores.....
Entre esos dos modelos extremos se viaja. Para unos —el flaneur—, la curiosidad aparece como una de esas amantes a la que hay que satisfacer a cómo dé lugar y siempre tienen la ilusión de un principio. Son los buscadores de lugares secretos, los que persiguen cosas que están más en su cerebro que en el sitio que pisan.
Para otros, esa caminata azarosa sin ningún plan es casi un pecado que no lleva a ningún lado o, en el peor de lo casos, a sitios riesgosos de los cuales no es tan fácil salir. Alguna racionalidad hay ahí: no son pocos los caminantes que se perdieron en un rincón no recomendable a una hora mucho menos recomendable.
O sea, están los aventureros lanzados a un paseo impredecible, al placer de la incertidumbre, la posibilidad de no verlo todo y, por lo tanto, poder volar con la imaginación hasta aquello que no se ve; el flaneur sabe que ese andar puede convertir al viaje en algo diferente. Y existen los que exigen saber dónde están en cada momento como si hubiera una suerte de seguridad en ello, aquellos que eligen una rutina a la que volverían una y mil veces, como se vuelve a los lugares de la infancia.
Estimados, ¿a qué clase de viajeros pertenecen ustedes?
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