La primera vez que abrí este libro de Raymond Depardon, cai en una pagina donde habia una foto vertical, en toda la hoja. Era en blanco y negro, simple, equilibrada y refinada. La línea del horizonte estaba completamente en el centro de la imagen, como en todas los demás. Es en un camino largo que se extiende hasta el infinito en el centro de los Estados Unidos o de un peatón en una megalópolis japonesa.Es una calle de Alemania, en la playa en España, antes de una parada de bus en París, detrás de un banco en medio de una montaña, o que se plantan delante de un poste de energía eléctrica en los campos de viento .
El hombre rara vez existe, pero de alguna manera Errance es la búsqueda de un lugar, no una alteridad, ya que incluso cuando él está cerca, nos muestra solo el lugar donde actua .
Depardon es un gran solitario, en sus andanzas. La imagen, vista de cerca, llama la atención por su profundidad, su tamaño, su latitud, su belleza. Pero su autenticidad, se precipita, no en busca de los detalles sino en las líneas que siguen siendo el alma de la imagen: dan una clara gama dinámica que guía la lectura, a veces incómoda.
Tras pasar las páginas, me di cuenta de la gran variedad de fotos, a pesar de la elección técnica muy estricta de un formato vertical, con una longitud focal fija, una película en blanco y negro sensible, una apertura mínima dando gran profundidad de campo de un marco estático donde se centra el horizonte. Cada foto sorprende.
Y entendemos que el tiempo vagando, "la búsqueda del lugar aceptable", como él lo define en un primer momento, el tiempo se convirtió, después de años de vagar en eso", de mi lugar".